los amigos de Peter

Toda la vida diciendo que no soy partidario de los momentos “Amigos de Peter” y me he visto inmerso en uno por decisión propia.
No soy muy amigo de los amigos de Peter (los amigos de sus amigos no son mis amigos) y sin embargo me veo reuniendo a mis amigos más cercanos para anunciar algo que a partir de hoy quedará reflejado en los libros de historia como “el caso del bailarín arrítmico”. Mi arritmia tiene nombre, y es el síndrome de alguien que no soy yo. Muy bien, estos sustos son una lata y para andar más de 200 metros necesito el esfuerzo que antes necesitaba para 15 km, pero no he visto ningún túnel ni nada de eso. Por ahora abandono la idea de aquella carrera veraniega por Peñalara, abandono el entrenamiento diario y supongo que en breve abandonaré también mi talla actual de pantalones. Abandono también a Marvin Gaye, Curtis Mayfield y a De La Soul a juego con mis zapatillas porque impiden la calma que los señores de bata blanca me recomiendan. Por otra parte llegarán a mí nuevas sensaciones grandiosas como ver una película o incluso tener el tiempo suficiente para leer un libro de cabo a rabo, a pesar de que los libros que pedí a ebay hace un mes no han llegado aún. Incluso tengo que agradecer a esta baja médica la posibilidad de descubrir las zapatillas que llegarán a Madrid en unos meses (qué importa una casa a medio arreglar si vuelven las Jordan III, Joselito). La médico sin el doctorado me dice; a) que guarde reposo b) que vuelva mañana para solucionar papeleo, que vaya a la unidad de arritmia a arreglar papeleo, que vaya a Urgencias para más papeleo. Luego están los momentos divertidos como la extraña cara que se me queda cuando una viejecita me adelanta por la calle o los mensajes, llamadas y posts que me hacen sentirme como una Rocío Jurado cualquiera.