25.10.05

Todos somos Youseff

Ya hablé hace algún tiempo de Youseff y de lo cercano que se encontraba el ramadán.
He de reconocer que los que mejor lo están llevando son los chicos. Es extraño que, con lo poco que les gustan ciertos platos, no usen de excusa a Youseff y sus comidas alternativas para pedir otro menú. Y eso que, en honor a la verdad, a mi tampoco me hace mucha gracia un puchero de pollo al que se le mete un chorizo con retraso y alevosía.
El caso es que lo que se habla en las reuniones (esas que coinciden con tu día libre o en tus horas de descanso) no tiene ningún parecido con la realidad, y en caso afirmativo es pura coincidencia. Por eso, cuando se habló de la cercanía del ramadán y de las maneras de "ayudar" a Youseff, en seguida pensé me va a tocar seguro, o más concretamente "a joderse!" pero un en seguida más tarde recordé que yo no hacía noches por una especie de pacto no escrito al que había llegado con el colega que tardó 0 décimas de segundo en ponerme a hacer triples turnos de noches, así que, aquí me tenéis. A las 6:00 am frotándome los ojos y mirando como Youseff se come los cereales, el colacao, los dátiles, el pastelito (que seguro que está hecho con grasa de cerdo), el bocata-de-chope-de-pavo... con nocturnidad y alevosía, ah, y la luz del salón a full.
Digo yo, si no se les deja entrar en la cocina ¿Cúal es el problema de que se lleve el desayuno a su cuarto, se levante a su hora, se lo coma y se vuelva a acostar? Dudo que algún compañero fuera capaz de tocar la comida. Y si se trata de cumplir los horarios ¿Qué mayor muestra de madurez que la de bajar los alimentos si no se ha despertado a tiempo?. Que no hablamos de un menor de edad, Youseff ya tiene sus añitos, y si no fuera porque es buena gente, le freía la comida en la misma sartén que al resto.
Si hacemos caso a los grandes filósofos y su Arjé, no podemos olvidar que el cerdo tiene el mismo origen que los nuggets de pollo, y que Youseff y yo, compartimos el mismo origen, y posiblemente el camino, que nunca nos bañaremos en el mismo río ni dormiremos en el mismo colchón, pero coño, las festividades siempre tocan en el mismo turno.