Wilbur se quiere suicidar, el cani también.

Mi oído izdo no me dice nada desde hace un mes, mi oído derecho me daba a entender que algo podía estarse escuchando allende los mares, pero la cara impertérrita de los chavales mientras les ponía el dvd pirata (vete tú a saber de quien era ese screener cutre) de King Kong me tenía confuso. Finalmente decido obedecer a mi sentido spidey y me asomo por el pasillo a ver que pasa.
No se cuantos minutos llevaría gritando el apoyo pero estoy seguro de que le parecieron horas.
El cani del nolotil ha vuelto (estaba fugado como el dr. Richard Kimball) lo trajo la policía por la mañana. Más que "trajo" debería decir "metió" porque lo encontraron justo en la puerta del centro fumándose un joint.
tras la merienda me pide un comic y decido darle un libro con bastantes dibujitos a ver si consigo meterlo en vereda, concretamente "Los Viajes de Gulliver". Dos minutos después, mientras estoy en el salón poniéndole la película al resto, el apoyo se encuentra al canidelnolotil colgando con el cable del aire acondicionado al cuello. Debió ser una escena tremenda, dramática, tensa. Y desgraciadamente yo rompí todo el romanticismo. Tras lo que debieron parecerle horas aparecí, aparecí circunspecto, no por la escena sino porque estuviera gritando el nombre de los chavales en vez del mio (parece que de antemano sabía que yo no lo escuchaba).
Entré, observé cual buen Sherlock, valoré, y actué con tranquilidad, demasiada tranquilidad para ser yo, para ser cualquier persona en esa situación.
Mi compañero había puesto la silla bajo el ahorcado y lo sujetaba con ambas manos. Los dos permanecían quietos en un equilibrio de tensiones. Me subí a la cama y me acerqué a ellos tratando de no dejarme llevar por la desesperación que se adivinaba en el rostro de mi compañero, bueno, y en su voz cuando me gritaba "coño ve a por un cuchillo y corta el cable me cagontusmuertos" pero yo no lo quería hacer. No me apetecía nada traer un objeto punzante/cortante a una habitación en la que una persona no tiene nada que perder.
Más tarde le expliqué al compañero que con lo agarrados que estaban, al chaval solo le hacia falta saltar de la silla para que el propio peso (de mi compañero) le rompiera el cuello. Traté de explicarle que al subirme a la cama comprobé la holgura que existía entre el cable y el cuello del chaval y que me bastaba con desatar el "nudo" chusquero mientras lo sujetaba. Trate de explicarle que un chaval que se quiere suicidar de verdad no permanece de pie en la silla junto al educador. traté de explicarle mil cosas pero tuve que cortar el cable con un cuchillo y pedirle que se marchara con los demás mientras yo me encargaba del canidelnolotil. sé que su trabajo es supuestamente la fuerza y el mio, el mio... bueno, que en aquel momento era mejor que me quedara yo que estaba fresco y sobretodo más tranquilo.
Me senté sobre él hasta que se relajara. Hacía años que no me sentaba encima de nadie (no sé que pasará ahora que he probado la carne) me prometí incluso que no me sentaría nunca más encima de nadie, pero lo hice con rabia egoista (y contenida por supuesto). Rabia por no haber escuchado la escena antes, rabia por haber estado a punto de perder esa imbatibilidad de la que me siento orgulloso. La de que a mi nunca se me fuguen o hagan tonterías, me gusta pensar que es por el vinculo afectivo que se crea entre nosotros, aunque también podría ser por cosas menos románticas, vete tu a saber.
El caso es que le llamé hijoputa cabrón (entre otras cosas). Solo un hijoputa cabrón puede agobiarse por estar dentro mientras en la calle está su novia embarazada y solucionarlo de esa manera. Le hablé de ese niño huérfano preguntado por su padre en el colegio contestando que se quitó de en medio cuando había problemas.
Le hablé de chavales con una infancia peor que la suya que podrían venir en su coche, desde su casa, dejando a su mujer y su hijo para hacerme el favor de explicarle cómo hay que hacer las cosas para salir adelante.
Le hablé de los cursos formativos, de la enseñanza básica, de las ayudas de la Junta, de los pisos tutelados...
Después no pude reprimirme y le expliqué lo que se tarda en morir con una cuerda al cuello que ni siquiera corta la circulación. Le expliqué que amarrarse al cable del aire acondicionado suele conllevar que se te caiga el cacharro encima(cosa que no pasó) que no era nadie para cargarse un aparato de la casa. Le explique lo fácil que es quedarse en silla de ruedas con la cabeza igual de lúcida (lo lúcida que permite esnifar nolotil y cal) comiéndose la cabeza por estar dentro sin poder salir fuera (al menos sin ayuda).
En resumen le expliqué que a veces la realidad es más parecida al cine gore que a una peli de gran presupuesto.
Cuando rompió a llorar saqué del cuarto la silla, la mesa y el somier (un compañero se llevó las ventanas posteriormente).
Se me ha quedado un sabor agridulce. Pienso en el compañero y en si hubiera encontrado al chaval con el cuello roto. Pienso que más que admiración por lo realizado, me ha quedado un poso malsano, ha quedado patente que es difícil trabajar con una minusvalía como la mía.

Dicen que no hay mas sordo que el que no quiere oír, y yo sigo sin enterarme.
PD: Yo me pregunto ¿Tan malo era el libro? yo desde luego tengo un buen recuerdo.