canción para un ludita
No sé mucho de electrónica. Creo que no aprendí a montar en bicicleta para alejarme de cualquier cosa que tuviera un mecanismo en su interior. Puedo confiar en unos zapatos pero no en un eje que rota gracias a la tracción ejercida manualmente y al que, si colocas un pequeño engendro llamado rotor, beneficias de un modo sobrehumano aunque no esté muy claro si eso lo aceptará la UCI. No sé demasiado de coches, sólo que el campeón del mundo de F1 sale en todos los anuncios. No me acerqué a un ordenador hasta que no conseguí entender que era un bonito modo de conseguir lo que querías. Tengo una grandiosa curiosidad superficial. Me interesa todo, pero desde fuera.
Los altavoces de mi ordenador nunca callan. Deben trabajar en no sé qué frecuencia y mientras estén conectados, suena la radio. Los altavoces de Lila tienen un gusto exquisito y una fidelidad canina. Entre todas las emisoras del mundo, sus altavoces reciben la señal de la radio en la que suena su voz. Delante del ordenador, cuando Lila calla, sus altavoces hablan por ella.
Los altavoces de mi ordenador nunca callan. Deben trabajar en no sé qué frecuencia y mientras estén conectados, suena la radio. Los altavoces de Lila tienen un gusto exquisito y una fidelidad canina. Entre todas las emisoras del mundo, sus altavoces reciben la señal de la radio en la que suena su voz. Delante del ordenador, cuando Lila calla, sus altavoces hablan por ella.
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