sr madrileño, vengo a quitarle el puesto de trabajo
Hace un par de años, cuando llegué a Madrid, me sorprendió cómo la gente hablaba con toda naturalidad de los mierdas extranjeros que llenaban nuestra orgullosa patria de basura. En el sur ya me había encontrado con gente con esa facilidad verborréica pero no había terminado de acostumbrarme. Que confundan mi acento con el venezolano no es una cuestión sin importancia.
a) Si soy sudamericano me convierto en algo así como un ser inmundo, principio y fin de todos los males.
b) Si soy gaditano, en cambio, vengo de una tierra encantadora en la que todo buen madrileño se ha emborrachado alguna vez.
Al menos no me da demasiado el sol, así que tengo cada vez menos pinta de moro.
No intento compartir mi xenofilia con nadie, pero al menos me gustaría que alguien pudiera entender que todos los males del mundo no están relacionados con la inmigración. Nadie hasta ahora me ha respondido lo obvio; que yo no puedo hablar porque soy un inmigrante más. Tengo suerte de haber nacido a este lado del río grande.
Cualquier filonazi me dirá lo mismo, que llevo demasiado poco tiempo, que aún no he conocido la verdadera naturaleza del mal. En dos años aún parece que no he mirado a satán a los ojos, aunque eso sí, me he encontrado con imbéciles de todas las razas y religiones.
Hace unos días estuve en uno de esos lugares en los que meten a 2000 personas para ver cuál de ellas es la afortunada que consigue un piso de protección oficial. Piden estar empadronado los últimos 6 años pero no piden que te llames José, o al menos yo no leí nada de eso. Unos pobres incautos se presentaron al sorteo, llamándose Alí, Khaled o Mohammed. Y la suerte, que no entiende de letras le sonrió a alguno de ellos. Los que no sonreían, sino abucheaban, eran las 2000 personas que no podían soportar que alguien con semejante nombre pudiera beneficiarse de una vivienda. Qué mas da que lleven 20 años en Madrid o que sus hijos nacieran aquí. Pero sus hijos no son de aquí; tu hijo, que nunca ha salido del barrio, es un marroquí de segunda generación. Y yo que pensaba que Khaled era un nombre precioso para un hijo.
a) Si soy sudamericano me convierto en algo así como un ser inmundo, principio y fin de todos los males.
b) Si soy gaditano, en cambio, vengo de una tierra encantadora en la que todo buen madrileño se ha emborrachado alguna vez.
Al menos no me da demasiado el sol, así que tengo cada vez menos pinta de moro.
No intento compartir mi xenofilia con nadie, pero al menos me gustaría que alguien pudiera entender que todos los males del mundo no están relacionados con la inmigración. Nadie hasta ahora me ha respondido lo obvio; que yo no puedo hablar porque soy un inmigrante más. Tengo suerte de haber nacido a este lado del río grande.
Cualquier filonazi me dirá lo mismo, que llevo demasiado poco tiempo, que aún no he conocido la verdadera naturaleza del mal. En dos años aún parece que no he mirado a satán a los ojos, aunque eso sí, me he encontrado con imbéciles de todas las razas y religiones.
Hace unos días estuve en uno de esos lugares en los que meten a 2000 personas para ver cuál de ellas es la afortunada que consigue un piso de protección oficial. Piden estar empadronado los últimos 6 años pero no piden que te llames José, o al menos yo no leí nada de eso. Unos pobres incautos se presentaron al sorteo, llamándose Alí, Khaled o Mohammed. Y la suerte, que no entiende de letras le sonrió a alguno de ellos. Los que no sonreían, sino abucheaban, eran las 2000 personas que no podían soportar que alguien con semejante nombre pudiera beneficiarse de una vivienda. Qué mas da que lleven 20 años en Madrid o que sus hijos nacieran aquí. Pero sus hijos no son de aquí; tu hijo, que nunca ha salido del barrio, es un marroquí de segunda generación. Y yo que pensaba que Khaled era un nombre precioso para un hijo.
2 Testigos:
Como nombre no sé, pero recuerdo que un DJ (el que me descubrió a Nitin Sawhney) decía de Kahled -el cantante- que era el "chungito marroquí"
yo siempre he pensado que de Cheb Mami a Camela sólo hay un paso
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