Crónica del festimad (por Franpsycho)
Huid, huid, insensatos!!
Parece que retumbaba en mi cabeza la voz de Gandalf precipitándose al vacío mientras llegábamos el jueves por la noche (un día antes de todo o de nada), pensando (je, je, de ahí lo de insensatos) que seríamos los primeros y pillaríamos el mejor sitio posible.
Pero no, allí estaban miles de insensatos como nosotros pensando lo mismo y llevándose la misma decepción al comprobar (no del todo) que sitio había poco, y que a ver mañana por la mañana (por el viernes 27) qué nos encontramos con “las claritas del día”, que diría mi madre.
Y no ha hecho nada más que amanecer, cuando a eso de las 9:00 AM el sol nos deleita con sus insensibles rayos (mardito roeore!!), y empezamos a pensar que aquello mejoraría, claro que mejoraría, venga ánimo, aprovechemos la mañana husmeando y reconociendo el territorio para sacarle todo su potencial (no estuve en los Scouts, pero hay cierto tufillo en esta frase).
Así que poco a poco nos dimos cuenta de que allí ya no cabía nadie más, pero seguía entrando gente, con sus mochilas, sacos, tiendas Quechua delasquesemontansolasendossegundosparaquenotedeslomesclavandopiquetas, colchonetas, neveras repletas para poder emborracharnos todos y si algo ocurre poder destrozar todo el recinto con la excusa del alcohol y las drogas, kits de supervivencia, etc, etc. (lo normal, vamos)
También nos fuimos percatando de la escasez de recursos “naturales”, o sea, agua potable, sombra, verde que te quiero verde, tal y como la estruendosa página del festival prometía, con sus idílicas praderas, aire puro, y buenas vibraciones.
Traducción: 3 grifos para 40.000 personas, algunas hileras de arbolillos recién plantados, lomas y lomas de terrones de piedra recién aradas y polvo en el ambiente como para ahogar a todo el personal si aquello duraba más de lo establecido.
La gente empezaba a tomarse aquello mal, muy mal. Y se coreaba “mostooooles, mostooooles...”
Los accesos: colas interminables en cada acceso (tanto a la zona de acampada como para acceder a la zona de conciertos. A ver, a esto estamos algo acostumbrados, pero no mola que te “cacheen” para quitarte los botes de laca (no olvidemos que tocaba Marilyn, y el personal se maquea), o las botellas de agua, porque según la organización son objetos arrojadizos. Bien. A ver, aclaremos esto, si estoy en un descampao con más piedras que en el gran cañón del colorado (aquí puede entrar un fotito no?), puedo matar al cantante de SOAD con lo que quiera, amén de encontrar en los tenderetes todo el arsenal puntiagudo que prefiera. Y en cuanto a las botellas de agua, señores, que vendéis agua dentro, con su taponcito y todo, por favor!
O sea, caló musha caló!!, colas interminables para asearte, para evacuar lo que desees, para comprar tickets de bebidas a 5 €, o para entrar a la zona de conciertos tragando polvo, con otro cacheo por medio.
La gente se está mosqueandooooo, eooooo, eooooo (tono irónico)
Se pasa el primer día como cada uno puede, los conciertos bien, la gente algo mosca, pero por la noche todos los gatos son pardos.
Llega el segundo día, y más de lo mismo. EL personal del festival más perdío que el barcolarró, te das cuenta de que en los tenderetes de comida tienen allí tó colocao al aire, sin protección ninguna contra insectos ni polvo, se hace insoportable ir al lavabo, llenar una botella de agua cuesta más que en Somalia, y el caló sofocante se hace presa de nosotros (como diría Richard Atemborough). Decisión, al igual que ayer, nos vamos de aquí. Salimos del recinto buscando algo de tranquilidad, sombra, comida y bebida más barata y poder despejarnos un poco. Pero dónde estamos ubicados? En un polígono industrial, dónde hay dos pobrecillos bares de polígono, que esos días hicieron su agosto pero a los que les dimos más guerra que el frente sandinista. Aguantaron bien. Chapeau!
Y llega la gran noche. Se presenta bien, nos hemos colocao estratégicamente para ver bien los dos escenarios, somos conscientes de que cuando llegue lo gordo nos vamos a tener que atrincherar para mantener la posición pero no importa. Van pasando las horas y los conciertos molan.
Pero oh! Calamidad, oh! triste suerte del destino. El viento hace acto de presencia, y lo que no debió de ser una pura “nerdota” pasó a ser el determinante del festival. La cubierta del escenario Heineken no soporta los envites del Dios Eolo, y tiembla cual flan dhul recién sacadito de su receptorio. Aquello parece que va a echar a volar y acojona tela. Nos echan hacia atrás (mierda, perdemos el sitio), y de ahí en adelante, despropósito tras despropósito.
La organización apaga todo, y comienzan a trepar operarios por las estructuras para sujetar la cubierta, jugándose el pellejo y sin demasiadas garantías de éxito. Están casi apunto de matarse en un golpe brutal que menea todo con una facilidad increíble. Y los jefes? Dónde estan?
Pasa el tiempo, y a las dos horas sale uno a decir que tiene buenas noticias, que los conciertos tendrán que ser en el de al lado porque el otro es inseguro. Vale tío, pero al menos reconoce que vuestra negligencia ha hecho que el otro pobre no resista, pero no, claro, porque tienes buenas noticias. Que en media hora comienza todo. La gente se amontona como sardinillas sudando, no pudiendo respirar, soportando mareas humanas, etc, etc.
Pasa una hora más. La gente se empieza a mosquear. Lanzan algunos objetos al escenario, y nadie explica nada. Todo parecen excusas, las pantallas están apagadas o con imágenes de entretenimiento, mal rollo (no somos estúpidos), y nada de explicaciones. Hubiera bastado con que al principio dijeran: “Sres. Váyanse a descansar, comer o lo que sea, que esto va a tardar un par de hora...” y que la gente decida, pero no mantengas al personal caldeado, a punto de la lipotimia, y con toda la carga de todo el finde hurgando en nuestro “córtex fronto-lateral”, tío que no somos animales!!
Pero, la gente no aguanta, y sobre las 1:00 AM, se empiezan a ver los primeros movimientos: zarandeos generalizados a carpas, lanzamientos de todo lo que pillo a mi alcance, hacer rodar una taquilla de tickets como un escarabajo pelotero, asalto y saqueo de barras varias, y para colmo, van los cafres y tiran el Toyota de promoción (Aygo, para más señas), después de apedrearlo, y ya en el suelo, prenderle fuego como trogloditas encabronados.
Lo cual nos convierte en el blanco perfecto para medios de comunicación, que tienen su carnaza para argumentar acerca de lo que son los festivales de música, la juventú, y todo lo que se meten por el cuerpo, que en parte es cierto, pero que no todo el monte es orégano. Muchos preferimos largarnos a las tiendas, quitarnos de en medio, porque la tragedia se mascaba, y si llegan a haber cargas policiales el pánico hubiera creado mareas humanas difícilmente controlables, así que mejor de lejos.
Y ya, desde allí, con el sonido de fondo, se oyó como sobre las 2:00 AM comenzaba Incubus a tocar. Según nos comentaron, con un sonido pésimo, dado que faltaban altavoces, y sin imagen en pantallas para los que estaban más lejos. Y entre concierto y concierto media hora de espera para la preparación del material, porque os recuerdo, sólo había ya un escenario. Pasaron SOAD y Prodigy, casi amaneciendo, y la gente aún embrutecida, lógico.
Por la mañana, los organizadores volaron, nadie tenía una puta hoja de reclamaciones, y tan sólo quedaba el esqueleto del Toyota.
Así que, conclusión: el cambio de ubicación nefasto, gente descontenta que había pagado hasta 90 € por una entrada (más viaje, comida, etc), sensación de estupidez para más de uno, de indignación para la mayoría, y en los medios se nos ejecuta moralmente sin conocer ni la mitad de lo que allí sucedió. Insensatos.
Parece que retumbaba en mi cabeza la voz de Gandalf precipitándose al vacío mientras llegábamos el jueves por la noche (un día antes de todo o de nada), pensando (je, je, de ahí lo de insensatos) que seríamos los primeros y pillaríamos el mejor sitio posible.
Pero no, allí estaban miles de insensatos como nosotros pensando lo mismo y llevándose la misma decepción al comprobar (no del todo) que sitio había poco, y que a ver mañana por la mañana (por el viernes 27) qué nos encontramos con “las claritas del día”, que diría mi madre.
Y no ha hecho nada más que amanecer, cuando a eso de las 9:00 AM el sol nos deleita con sus insensibles rayos (mardito roeore!!), y empezamos a pensar que aquello mejoraría, claro que mejoraría, venga ánimo, aprovechemos la mañana husmeando y reconociendo el territorio para sacarle todo su potencial (no estuve en los Scouts, pero hay cierto tufillo en esta frase).
Así que poco a poco nos dimos cuenta de que allí ya no cabía nadie más, pero seguía entrando gente, con sus mochilas, sacos, tiendas Quechua delasquesemontansolasendossegundosparaquenotedeslomesclavandopiquetas, colchonetas, neveras repletas para poder emborracharnos todos y si algo ocurre poder destrozar todo el recinto con la excusa del alcohol y las drogas, kits de supervivencia, etc, etc. (lo normal, vamos)
También nos fuimos percatando de la escasez de recursos “naturales”, o sea, agua potable, sombra, verde que te quiero verde, tal y como la estruendosa página del festival prometía, con sus idílicas praderas, aire puro, y buenas vibraciones.
Traducción: 3 grifos para 40.000 personas, algunas hileras de arbolillos recién plantados, lomas y lomas de terrones de piedra recién aradas y polvo en el ambiente como para ahogar a todo el personal si aquello duraba más de lo establecido.
La gente empezaba a tomarse aquello mal, muy mal. Y se coreaba “mostooooles, mostooooles...”
Los accesos: colas interminables en cada acceso (tanto a la zona de acampada como para acceder a la zona de conciertos. A ver, a esto estamos algo acostumbrados, pero no mola que te “cacheen” para quitarte los botes de laca (no olvidemos que tocaba Marilyn, y el personal se maquea), o las botellas de agua, porque según la organización son objetos arrojadizos. Bien. A ver, aclaremos esto, si estoy en un descampao con más piedras que en el gran cañón del colorado (aquí puede entrar un fotito no?), puedo matar al cantante de SOAD con lo que quiera, amén de encontrar en los tenderetes todo el arsenal puntiagudo que prefiera. Y en cuanto a las botellas de agua, señores, que vendéis agua dentro, con su taponcito y todo, por favor!
O sea, caló musha caló!!, colas interminables para asearte, para evacuar lo que desees, para comprar tickets de bebidas a 5 €, o para entrar a la zona de conciertos tragando polvo, con otro cacheo por medio.
La gente se está mosqueandooooo, eooooo, eooooo (tono irónico)
Se pasa el primer día como cada uno puede, los conciertos bien, la gente algo mosca, pero por la noche todos los gatos son pardos.
Llega el segundo día, y más de lo mismo. EL personal del festival más perdío que el barcolarró, te das cuenta de que en los tenderetes de comida tienen allí tó colocao al aire, sin protección ninguna contra insectos ni polvo, se hace insoportable ir al lavabo, llenar una botella de agua cuesta más que en Somalia, y el caló sofocante se hace presa de nosotros (como diría Richard Atemborough). Decisión, al igual que ayer, nos vamos de aquí. Salimos del recinto buscando algo de tranquilidad, sombra, comida y bebida más barata y poder despejarnos un poco. Pero dónde estamos ubicados? En un polígono industrial, dónde hay dos pobrecillos bares de polígono, que esos días hicieron su agosto pero a los que les dimos más guerra que el frente sandinista. Aguantaron bien. Chapeau!
Y llega la gran noche. Se presenta bien, nos hemos colocao estratégicamente para ver bien los dos escenarios, somos conscientes de que cuando llegue lo gordo nos vamos a tener que atrincherar para mantener la posición pero no importa. Van pasando las horas y los conciertos molan.
Pero oh! Calamidad, oh! triste suerte del destino. El viento hace acto de presencia, y lo que no debió de ser una pura “nerdota” pasó a ser el determinante del festival. La cubierta del escenario Heineken no soporta los envites del Dios Eolo, y tiembla cual flan dhul recién sacadito de su receptorio. Aquello parece que va a echar a volar y acojona tela. Nos echan hacia atrás (mierda, perdemos el sitio), y de ahí en adelante, despropósito tras despropósito.
La organización apaga todo, y comienzan a trepar operarios por las estructuras para sujetar la cubierta, jugándose el pellejo y sin demasiadas garantías de éxito. Están casi apunto de matarse en un golpe brutal que menea todo con una facilidad increíble. Y los jefes? Dónde estan?
Pasa el tiempo, y a las dos horas sale uno a decir que tiene buenas noticias, que los conciertos tendrán que ser en el de al lado porque el otro es inseguro. Vale tío, pero al menos reconoce que vuestra negligencia ha hecho que el otro pobre no resista, pero no, claro, porque tienes buenas noticias. Que en media hora comienza todo. La gente se amontona como sardinillas sudando, no pudiendo respirar, soportando mareas humanas, etc, etc.
Pasa una hora más. La gente se empieza a mosquear. Lanzan algunos objetos al escenario, y nadie explica nada. Todo parecen excusas, las pantallas están apagadas o con imágenes de entretenimiento, mal rollo (no somos estúpidos), y nada de explicaciones. Hubiera bastado con que al principio dijeran: “Sres. Váyanse a descansar, comer o lo que sea, que esto va a tardar un par de hora...” y que la gente decida, pero no mantengas al personal caldeado, a punto de la lipotimia, y con toda la carga de todo el finde hurgando en nuestro “córtex fronto-lateral”, tío que no somos animales!!
Pero, la gente no aguanta, y sobre las 1:00 AM, se empiezan a ver los primeros movimientos: zarandeos generalizados a carpas, lanzamientos de todo lo que pillo a mi alcance, hacer rodar una taquilla de tickets como un escarabajo pelotero, asalto y saqueo de barras varias, y para colmo, van los cafres y tiran el Toyota de promoción (Aygo, para más señas), después de apedrearlo, y ya en el suelo, prenderle fuego como trogloditas encabronados.
Lo cual nos convierte en el blanco perfecto para medios de comunicación, que tienen su carnaza para argumentar acerca de lo que son los festivales de música, la juventú, y todo lo que se meten por el cuerpo, que en parte es cierto, pero que no todo el monte es orégano. Muchos preferimos largarnos a las tiendas, quitarnos de en medio, porque la tragedia se mascaba, y si llegan a haber cargas policiales el pánico hubiera creado mareas humanas difícilmente controlables, así que mejor de lejos.
Y ya, desde allí, con el sonido de fondo, se oyó como sobre las 2:00 AM comenzaba Incubus a tocar. Según nos comentaron, con un sonido pésimo, dado que faltaban altavoces, y sin imagen en pantallas para los que estaban más lejos. Y entre concierto y concierto media hora de espera para la preparación del material, porque os recuerdo, sólo había ya un escenario. Pasaron SOAD y Prodigy, casi amaneciendo, y la gente aún embrutecida, lógico.
Por la mañana, los organizadores volaron, nadie tenía una puta hoja de reclamaciones, y tan sólo quedaba el esqueleto del Toyota.
Así que, conclusión: el cambio de ubicación nefasto, gente descontenta que había pagado hasta 90 € por una entrada (más viaje, comida, etc), sensación de estupidez para más de uno, de indignación para la mayoría, y en los medios se nos ejecuta moralmente sin conocer ni la mitad de lo que allí sucedió. Insensatos.
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