1.6.05

cómo comprar incienso y destrozar vidas

Madrid sigue sorprendiéndome. Supongo que nuestro amigo intergaláctico podrá contarnos algunas cosas sobre su reciente viaje festivalero por estas tierras. A mí, después de año y medio sigue sorprendiéndome.
Hace unos meses, cuando aún me sorprendía que la gente te empujara para adelantarte por la calle, ocurrió algo que se ha convertido en la explicación de mi vida madrileña. Uno de esos momentos que pretendes contar como clarificadores de una situación y que la mayoría de la gente comprende como una anécdota curiosa. Pero a ti no te vale que sea una anécdota curiosa, tu quieres que sea una metáfora de todo lo que te rodea, de todo Madrid, del mundo occidental, de la vida alienada y de todas esas cosas que critican los que acaban rompiendo los escaparates de Macdonalds.
Iba paseando por Fuencarral cuando de repente me asalta un tipo aparentemente normal.
-¿Tienes un minuto?
-Vale.
Todo el mundo sabe que no tengo minutos libres, que estoy tan atareado que ni siquiera puedo actualizar el blog, pero me paré con él un minuto. Era uno de esos tipos que se pasa la vida comprando cosas en la India y revendiéndolas luego en España con la satisfacción del deber cumplido con su karma (mi karma es como el nesquick, negro e instantáneo). Debió parecerle el momento más extraño de su existencia, ¡alguien que dice tener un minuto para hablar con él! Algo así sólo ocurre una vez en la vida. Una sola vez, como la primera vez que viajas a la India, como la primera vez que sales al encuentro de Buda, como la primera vez que te tomas un frapuccino en un starbucks. Una sola vez en la vida, y tratándose de un reencarnado, puede que fuera en una de sus vidas anteriores.
Noté su cara de sorpresa, noté que no sabía muy bien qué hacer, noté que tardó un par de minutos en reaccionar. Toda una vida (quién sabe si alguna más) pidiendo a la gente un minuto, y por fin alguien decía que sí ¿qué hacer en un momento así?
Tras recoger su lengua sucia del suelo, cerrar la boca y colocar en las órbitas los caídos ojos, decidió hablarme.
-Estoy vendiendo incienso, incienso indio para el estrés de Madrid.
En ese instante me mira y la expresión de su cara va cambiando, la aparente alegría, el nerviosismo ante alguien que tiene un minuto de su vida libre, todo eso simplemente se va. -Incienso para el estrés de Madrid....pero tu no eres de Madrid ¿verdad?

1 Testigos:

Blogger deniman echa sal en la herida...

Muy bueno.

1/6/05 13:29  

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