3.2.06

El taxista que se pitaba a si mismo

Hace unos años pude ver una escena de lo más representativa acerca de cómo ciertas actividades provocan una tensión capaz de sacar la peor versión de nosotros mismos. Tal vez el paradigma de tales situaciones se encuentre en la conducción.
Al conducir, algunas personas educadas y tranquilas se convierten en hiperactivos recipientes de improperios. Otras en cambio demuestran tal nivel de patosidad y descoordinación que dudas acerca de su naturaleza humana y te planteas hasta que nivel de perfección han llegado a construir a los robots que ya no diferenciamos a nuestros conocidos de uno ¿pero que digo? los robots sin duda no nos harían perder los nervios.
El caso es que hace unos años, como iba diciendo, paseaba con mi macuto rojo y mis auriculares orejeros azules (no hace falta decir que fui el primero en tenerlos y además los Sony, no esos cutres que se venden por ahí) iba caminando –decía- y me encuentro con esta escena:
Un taxista está parado bajo un semáforo en rojo. El semáforo se pone en verde y el taxista tarda exactamente 0.0025 segundos en pitar. No un pitido suave y cortito, no, un señor pitido. En ese mismo momento se da cuenta de que es el primero de la fila y no hay nadie delante que le impida el paso o le retrase en su salida. ¿Y que hace el señor taxista? ¿Se ríe? ¿Sonríe? No. Señores y señoras el tipo se enfada consigo mismo y se marcha mascullando. Como enfadado pro haberse pitado sin haberse dado tiempo a meter la primera.
Luego nos enfadamos porque nos roban y cobran lo que les da la gana (hubo una epoca muy pequeña en la que cogí varios fines de semana seguidos un taxi a la misma hora y para el mismo trayecto con una diferencia del 50% en el precio) ¿cómo no nos van a cobrar demás si tienen que pagar su sueldo y el del Gollum que llevan dentro?