james cagney
Uno de esos días anormales que terminas durmiendo poco. Alguien tiene el capricho de arroz de levante y ese día anormal se convierte en un día rodeado de extraños que lo son menos cuando hay fotos de por medio. Luego llega un email y darle gracias a dios (y a las rebajas) por tener un escaner. Una imagen vale más que mil palabras y el mejor modo de saberlo es comparar nuestra primera imagen con nuestras mil primeras palabras...quizás algunas palabras valgan tanto como mil imágenes. Dicen que no hay una segunda oportunidad para una primera impresión. Algunas palabras sirven de mucho, y no voy a echarle la culpa a alguien que canta mientras se quita los guantes. James Cagney tuvo la culpa. Margarita Cansino sólo sonrió. Tuvo la culpa de las playas, el mar y todo eso. Sombreros, islas, paseos y pueblos blancos. Recopilaciones orgásmicas, recomendaciones bibliófilas y zapatillas de deporte. Ferias Internacionales de Turismo, cacao con olor a frambuesa y ruinas por las que no es necesario pagar. Cagney tiene la culpa de que mires a los pies de la gente. De las playas esta vez de Levante, de libros que no leerás, Auster algún día en película. De las caminatas para que tu amiga tenga hijos, montañas para subir y bajar. Quizás lo más difícil haya sido crear un tema oficial de discusión; la sal en la comida. Las idas y venidas, las tarjetas de fidelización con nuestros nombres y confundir pasos de cebra con pasos de canguros. De eso, y mucho más, el culpable es James Cagney. Lo menos que podía hacer era comprar Uno Dos Tres.
1 Testigos:
Muy bonito (supongo)
Felicidades a James Cagney con minusculas y a vosotros con K de Kilo, de Killo. Con K de "epistolar"
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