alergia a mis vecinos
Lo de hoy ha sido genial. La vecina, esa imaginativa señora que invita a su marido a introducirse todo tipo de objetos por algún orificio corporal, hoy no estaba. Anoche tampoco debía estar porque su marido pasó la noche con una de esas entretenidas cadenas locales llenas de sms y gemidos. El caso es que la mujer no estaba y el ingenuo que hay en mí pensaba que eso supondría una liberación para mis oídos. Pero las capacidades de esta veterana pareja van mucho más allá de mi imaginación. Una sola llamada de teléfono, y como muy bien sabe vodafone, las distancias desaparecen. Hoy he sido testigo de la primera bronca telefónica de mis vecinos. A las 10.15, por si alguien lo dudaba.
Para el día de hoy no me he propuesto escribir nada medianamente interesante, no pretendo estar inspirado y mucho menos al estilo Vargas Llosa.
Hay alergias que aparecen y desaparecen. Después de una vida diciendo que no eres alérgico, notas que cada vez que te acercas a esa planta estornudas y sigues diciendo que no eres alérgico a pesar de que vuelves a acercarte a escondidas y vuelves a estornudar casi en silencio. En los últimos años y más aún en los últimos meses, mi alergia tiene que ver con los artistas. Incluye a los artistas pero excluye al arte. Debe haber algún resorte extraño por el cual una persona con exceso de infantilismo se propone dedicarse a la interpretación, la canción o la psicología del deporte. Alguien que le pagan por bailar en una discoteca te habla de sus capacidades artísticas como si nunca pudieras llegar a comprenderlo. Alguien que toca la guitarra y está convencido de que será el próximo Hendrix. Alguien que compone alguna canción y te obliga a escucharla, pensando que alguien le dará millones por ella (y puede que tenga razón). Alguien que cobra por un trabajo ya se convierte en una diva. Actrices siliconadas embajadoras de UNICEF, Monica Bellucci diciendo que lo que más le gusta de su cuerpo es su cerebro. Y yo ni siquiera soy dj.
Supongo que está más relacionado con actitudes que con aptitudes, que el mundo sigue pareciéndome tan justo o tan injusto como antes de que Bono y Saramago se decidieran a cambiar las conciencias. Y todo cuando el arte, según la definición wildeana (que supongo que haría sufrir a algún que otro arquitecto racionalista), es esencialmente inútil. Al menos Michael Moore sonríe mientras crea su propia fábrica patentada de cambiar el mundo inc. Pero eso es sólo una alergia que tengo desde hace unos meses. Milhouse lleva gafas, corrector bucal, flequillo al viento, es débil y tiene alergias. Me frustraba no tener ninguna, así que ya me parezco un poco más.
También tengo alergia a los melocotones.
Para el día de hoy no me he propuesto escribir nada medianamente interesante, no pretendo estar inspirado y mucho menos al estilo Vargas Llosa.
Hay alergias que aparecen y desaparecen. Después de una vida diciendo que no eres alérgico, notas que cada vez que te acercas a esa planta estornudas y sigues diciendo que no eres alérgico a pesar de que vuelves a acercarte a escondidas y vuelves a estornudar casi en silencio. En los últimos años y más aún en los últimos meses, mi alergia tiene que ver con los artistas. Incluye a los artistas pero excluye al arte. Debe haber algún resorte extraño por el cual una persona con exceso de infantilismo se propone dedicarse a la interpretación, la canción o la psicología del deporte. Alguien que le pagan por bailar en una discoteca te habla de sus capacidades artísticas como si nunca pudieras llegar a comprenderlo. Alguien que toca la guitarra y está convencido de que será el próximo Hendrix. Alguien que compone alguna canción y te obliga a escucharla, pensando que alguien le dará millones por ella (y puede que tenga razón). Alguien que cobra por un trabajo ya se convierte en una diva. Actrices siliconadas embajadoras de UNICEF, Monica Bellucci diciendo que lo que más le gusta de su cuerpo es su cerebro. Y yo ni siquiera soy dj.
Supongo que está más relacionado con actitudes que con aptitudes, que el mundo sigue pareciéndome tan justo o tan injusto como antes de que Bono y Saramago se decidieran a cambiar las conciencias. Y todo cuando el arte, según la definición wildeana (que supongo que haría sufrir a algún que otro arquitecto racionalista), es esencialmente inútil. Al menos Michael Moore sonríe mientras crea su propia fábrica patentada de cambiar el mundo inc. Pero eso es sólo una alergia que tengo desde hace unos meses. Milhouse lleva gafas, corrector bucal, flequillo al viento, es débil y tiene alergias. Me frustraba no tener ninguna, así que ya me parezco un poco más.
También tengo alergia a los melocotones.
2 Testigos:
Nota:
Porqué el blog se escribe desde el lugar dedicado a los links hacia arriba en vez de hacia abajo como todo cristo!!
O el fallo es mío (para variar), o esto no me gusta...
No tiene nada que ver con el blog, pero quería decirlo.
No estoy seguro de entender a lo que te refieres.
Si es lo que pienso (la barra de enlaces sale abajo en Internet Explorer). Debo haber tocado algo del código que no se debería haber tocado.
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