Soft tiene un mini que aparca a la entrada de su mansión de diseño. Desde luego no es su única propiedad, a diario me llama para enseñarme una nueva adquisición o pedir opinión sobre la nueva reestructuración de la 2ª planta.
Es de las pocas que viste de una forma original y puede presumir de dominar siempre la situación.
Soft juega a los SIMS.
Los Sims es un juego creado por Will Wrigth.
Cuentan las malas lenguas que pretendía hacer un programa de decoración y decidió agregarle personajes. Lo dudo teniendo en cuenta que previamente existía SimCity, juego al que nunca dediqué demasiado tiempo ya que, como alcalde, recibía constantes criticas por el estado del pueblo aunque misteriosamente no viviera nadie en él por mi mala gestión en canalizar el agua.

Existe un mundo al rededor del juego. Paginas y paginas de internet, kits de muebles, ropa, físicos, Sims con parecidos razonables, vídeos musicales...
Lo considero un juego eminentemente femenino (no daré las razones para no aparecer en algún artículo de corte feminista). Me encuentro entre ese grupo de personas a las que les resulta un juego "aburrido". No aguanto demasiado tiempo mirando como un personaje se levanta y se asea antes de ir al colegio casi en tiempo real -vale, no es tiempo real pero me lo parece-. Eso de darle una orden y que no la ejecute al instante no va conmigo. Además, le falta la opción "masacre" o "defensa de la tierra ante los intrusos invasores" (de esto no estoy seguro porque alguna vez he visto platillos volantes a un extremo de la ciudad).
Decía que mucha gente puede encontrar el juego falto de interés. Lógico ¿quien quiere jugar a ser dIOS? ¿quién quiere vivir en la casa de sus sueños y tener el trabajo que más le guste?

Es curioso, entre las personas poco interesadas en el juego me imagino a mi madre. Sin embargo no puedo evitar acordarme de ella cada vez que Soft me llama para enseñarme su nueva construcción. Después de todo, la única diferencia entre las dos es que mi madre tenía que dibujar y recortar los muebles en papel y pegarlos en una hoja de cuadros con delimitaciones a bolígrafo. De hecho, creo que a mi madre le encantaría mudarse cada trienio para poder seguir elaborando con sus cuadernos de cuadritos. ¡Que arquitect@ diseñador@ ha perdido el mundo de la construcción!