A Piano man le toca buscarse las castañas
Me comentaba Soft anoche que hay novedades sobre pianoman. Parece que se hacía el sueco cuando realmente es alemán, y que de piano cortito cortito. Eso sí, nadie le podrá discutir sus dotes pictóricas, así que ya puede ir comprando una caja de plastidecor o apuntando el nº del tomate, que de algo hay que vivir y ya sabemos que en una orquesta darías la nota.
Lo que me intriga es saber como llegó a hacerse leyenda el bulo de la antigüedad de la tela de su traje (ya está tardando mucho Máximo Tutti o el Cortinglé en adjudicárselo) o su interpretación al piano. Porque, de ser un virtuoso a tocar invariablemente la misma nota va un buen trecho. Más o menos el mismo que existe entre Bryce y yo.
En una sociedad mediatizada en la que, lo que no aparece en televisión no existe a no ser que algún blog cuelgue imágenes ¿Cómo nos lo han colado con queso? como si jugáramos al teléfono, ese juego consistente en decir rápido una frase al oído de un amigo y que este le pasara lo que entendiera al siguiente etc. Parece que se trata de un cuidador/educador de enfermos mentales, de ahí su maestría a la hora de poner caras y posturitas para la prensa. ¡Cómo se lo tiene que haber pasado! Aunque hay que reconocerle su merito al chaval, porque yo no sería capaz de estar unos meses sin hablar aunque me pagaran. Bueno, si me pagaran sí, que no está el horno para bollos y menos después de haber visto el horario de septiembre, que tiene más pinta de venganza que de trabajo del siglo XXI.
- Buscando información sobre el chaval, me encuentro con las noticias sobre el cura católico y su familia, y el obispo católico y sus amiguitos.
Parece que el sexo y la iglesia andarán de la mano por mucho tiempo (como siempre ha sido) lo que hace ver lo ilógico de la férrea postura que se mantiene respecto a las bodas gays, los preservativos y las relaciones prematrimoniales, teniendo en cuenta que si todos los feligreses acataran dichas normas las iglesias estarían vacías (y probablemente los cepillos). Y es que la religión junto al sadomasoquismo, es la única actividad social del ser humano en la que voluntariamente se entrega al dolor y el castigo a cambio de dinero, y en el que las normas no valen para el que las impone. Perdón, se me olvidaba el fútbol.
Lo que me intriga es saber como llegó a hacerse leyenda el bulo de la antigüedad de la tela de su traje (ya está tardando mucho Máximo Tutti o el Cortinglé en adjudicárselo) o su interpretación al piano. Porque, de ser un virtuoso a tocar invariablemente la misma nota va un buen trecho. Más o menos el mismo que existe entre Bryce y yo.
En una sociedad mediatizada en la que, lo que no aparece en televisión no existe a no ser que algún blog cuelgue imágenes ¿Cómo nos lo han colado con queso? como si jugáramos al teléfono, ese juego consistente en decir rápido una frase al oído de un amigo y que este le pasara lo que entendiera al siguiente etc. Parece que se trata de un cuidador/educador de enfermos mentales, de ahí su maestría a la hora de poner caras y posturitas para la prensa. ¡Cómo se lo tiene que haber pasado! Aunque hay que reconocerle su merito al chaval, porque yo no sería capaz de estar unos meses sin hablar aunque me pagaran. Bueno, si me pagaran sí, que no está el horno para bollos y menos después de haber visto el horario de septiembre, que tiene más pinta de venganza que de trabajo del siglo XXI.
- Buscando información sobre el chaval, me encuentro con las noticias sobre el cura católico y su familia, y el obispo católico y sus amiguitos.
Parece que el sexo y la iglesia andarán de la mano por mucho tiempo (como siempre ha sido) lo que hace ver lo ilógico de la férrea postura que se mantiene respecto a las bodas gays, los preservativos y las relaciones prematrimoniales, teniendo en cuenta que si todos los feligreses acataran dichas normas las iglesias estarían vacías (y probablemente los cepillos). Y es que la religión junto al sadomasoquismo, es la única actividad social del ser humano en la que voluntariamente se entrega al dolor y el castigo a cambio de dinero, y en el que las normas no valen para el que las impone. Perdón, se me olvidaba el fútbol.
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