28.12.05

Los colchones sin muelles

Después de varios años de convivencia debo reconocer que anoche vi la cara de felicidad con sonrisa incluida más grande y placentera que le he visto a Soft (lo cual dice muy poco en mi favor ahora que lo pienso)
¿El motivo? El colchón.
¿El colchón? Sí, el colchón, el colchón. (léase en plan sevillanas corraleras).
Pues eso, que anoche se encontró el colchón nuevo al llegar a casa pero bueno, tampoco es que se llevara una gran sorpresa. Y es que a mi me falla la ansiedad, esas ganas de ver la cara que pone al descubrir el objeto de deseo, y claro, con tantas ganas acabo soltando el pico. Además, ayer no me lo monté muy bien porque al hablar con ella por teléfono mientras llevaba el colchón a casa (muchísimas gracias Oscaikido, no solo subes el Veleta en bici, también en colchón de memorex) le dije que estaba dando una vuelta y al pensar que podía escuchar el sonido de la furgoneta (yo ya no sé lo que suena y no suena ni cómo suena) no se me ocurrió otra cosa que poner la excusa de que estaba en el autobús. ¡En el autobús! Luisa nunca se creería que me voy a dar una vuelta en autobús. ¿Cómo voy a gastar dinero dando una vuelta si voy andando a ver al otorrino? Y claro, no se lo creyó.
Pero bueno, una vez destripada la sorpresa al comentarle en el coche que "si estaba cansada le convenía un sueño reparador" con cara de a ver si llegamos de una vez que le quiero ver la caraaaa tocaba estrenarlo. Bueno, tocaba cenar pero me pasé toda la cena pensando en el colchón (y toda la noche acordándome de la ·$&$%& cena de los Coj$%&) Y ahí estamos, Soft con esa sonrisaza y yo con esa cara de ¿Cómo me pongo?
Diosss! que complicado.
La primera impresión que te llevas es la de que ha salido muy caro el colchón de invitados de toda la vida, ese que se ponía en el suelo y que se suele llevar a la playa enrollado con una cuerda.
Luego están las reacciones innatas como la de coger aire y taparte la nariz cuando te echas hacia atrás (la imagen ideal es la de Custeau a punto de sumergirse). Y es que eso de que el colchón se hunda poco a poco mientras estas acostado acojona, vaya que si acojona. cada 5 minutos me levantaba a coger aire no fuera que en una de estas se me enganchara la pierna con los corales y no pudiera subir a la superficie. O lo que es peor, me pasé media noche tratando de recordar cómo salía DareDevil de aquellas arenas movedizas en aquel comic genial. Y claro eso de estirarse y ponerse a nadar a braza cuando tienes a una persona al lado, por mucho que el colchón amortigüe los movimientos (que los amortigua) tarde o temprano acabas dando una patada.
Pero bueno, se ha levantado con la misma sonrisa y dice que no le duele la espalda así que yo... me voy a echar una ratito en el sofá que esta noche no he pegado ojo.