Esta noche ha venido a visitarme el fantasma de las navidades pasadas. Casi era hora de despertarse cuando me ha disparado en la boca del estomago. Y me ha dolido.
Cuando la gente sueña que va a toda velocidad en un porche y se estrella en una curva, trata de averiguar qué quería decirle el sueño y como mínimo, cancela su vuelo. Yo en cambio trato de recordar la matrícula y me pregunto porqué era negro y no rojo el porche de mis sueños. Después me paso media mañana buscando esa curva en google, tratando de descubrir que haría yo por esos lares.
A menudo, los blogs que más captan mi interés, son clandestinos. Están escritos para el mundo, sin pudor, con pelos y señales, pero con la suficiente discreción para evitar que los seres cercanos lleguen a saber de él.
Yo en cambio soy un exhibicionista cobarde. Es extraño que alguien como yo, con la piel vuelta hacia fuera, capaz de contar ciertas cosas, tenga secretos inconfesables y mochileros. Secretos que peinan canas.
Es curioso que me guarde precisamente lo que vende, lo que a todos les gusta escuchar. Supongo que tendrá alguna relación con el hecho de lo mal que me sentiría si mi madre en una de mis visitas empezara a corregir mi ortografía:
-"salvar la vida" se escribe con "v", y cuando escribas algo acerca de extraterrestres no olvides poner mayúsculas (ahora tengo que retroceder y poner el acento en "mayúsculas" para evitar ese tipo de comentarios).
No tengo más remedio que poner cositas como las del post anterior para perder la seriedad que se me queda clavada en la cara durante todo el día.
Si la vida es sueño y los sueños sueños son ¿porqué no llaman antes de entrar?