orgullo (en el nombre del freaki)

Hoy es el día del orgullo friki. Si hay tios orgullosos de que le gusten los tíos ¿por qué no puede haber alguien que quiera gritar al mundo que muere por Boba Fett?
El orgullo es algo extraño. Me han llamado freaki más veces que guapo, bajo o barbudo. Supongo que es el adjetivo que más veces me acompaña. Pero no me gusta "El Señor de los Anillos", ví por primera vez "La Guerra de las Galaxias" con ventitantos años y lo hice por imperativo amistoso (ya sabéis como es Villa). Durante muchos años, la única película que me hizo dormir a pierna suelta fue "Tron", y ese dudoso honor terminó el día que intenté ver "Harry Potter". El cine asiático sólo lo disfruto cuando no hay dibujos de por medio y hasta hace unos años los ordenadores me causaban urticaria. Nunca completé un cubo de Rubik y las únicas gafas de pasta que merecen mi respeto son las del cantante de Weezer. Vale, aceptamos Isabel Coixet. No tengo cámara digital ni conexión a internet en casa.
En cambio tengo casi 30 pares de zapatillas y un altar con la foto de ambar-yurena-tamara, soy capaz de recitar la primera azora del Corán en árabe y me he leído "El Paraíso Perdido" de John Milton. Pero eso no vale porque un cierto tipo de frikis se ha adueñado del término. Y yo no tengo ni dvd.
Nadie, ni siquiera los frikis, me comprende. Ya sé que es un comentario que todo el mundo que haya tenido 15 años ha dicho en alguna ocasión, pero las cosas han cambiado. Un "freak" era aquél con quien nadie se atrevía a sentarse en clase, el que se encargaba de poner los discos porque no tenía con quién bailar. Ahora en cambio el dj es el rey (vuelve a cantarnos, Morrisey), los incomprendidos se reúnen, hacen fiestas en las que muestran sus espadas laser en el blister original y ven cómo uno de ellos es el hombre más rico del mundo. Ningún friki se siente solo. Pero no sé si vale con decir que "Freaks" es una de mis pelis favoritas para que considere que hoy es mi día.
También es el día de Africa.