me ha dado por pensar
Ahora me ha dado por pensar. Media hora de metro da para mucho. Pero me estoy quedando sin temas de “pensamiento”. No sé si el último cd de franz ferdinand es mejor que el anterior. No sé qué modelo de Jordans será el próximo en salir a la venta, ni qué zapatillas lleva Calderon en los Raptors. “La novia cadáver de Tim Burton” me hace pensar sólo un rato. Y tras ver la película, me da por pensar que el único cadáver es el del susodicho Tim. “La vida secreta de las palabras” me dijo (sic) mucho más. Me dijo, entre otras cosas, que puedo llorar en una película antes de que lo haga mi amada, o al menos eso dice ella. Pero, claro, Lila llora la mitad porque sólo tiene un ojo. Me entero de las últimas noticias leyendo los titulares del periódico gratuito de mi compañero de metro. Leo, a borbotones, alguna noticia sobre el toque de queda parisino, sobre la Epo de Heras. Creo adivinar algo de la trama de aquél libro que lee una señora que se sienta justo a mi lado y me prometo que el próximo libro de Dan Brown será el primero que leeré íntegramente de alguien que se siente a mi lado. Auriculares blancos que huelen a ipod, suena la tortura de alejandro sanz (y la mía), como si fuera necesario grabarlo en algún disco duro. Seguimos sin tele en casa, así que el único momento del día en el que veo alguien moverse en dos dimensiones es el tiempo de entrenamiento, en el gimnasio, claro. Casi una hora de cardio enchufado a unos auriculares negros y mirando 5 canales simultáneos. Todo lo que puedo saber de la tele se concentra en un horario lleno de tomates y acentos de telenovela. Tengo que volver a ver Taxi Driver. No sé nada de Francia pero lo sé todo sobre Terelu y sus pringadas. Al menos en el ordenador de casa puedo ver un par de temporadas de Sexo en Nueva York en dvd. En el París de Carrie no hay algaradas callejeras porque no hay un solo moro por las calles, como no hay un solo negro en NY. Bueno, uno, que era médico de los Knicks. Podría pensar en algo interesante, podría darle vueltas al libro que aún no he terminado sobre los dones del zen a la búsqueda de Cristo o dedicarme por fin al artículo sobre cómo las escaleras mecánicas cambiaron nuestro concepto de compra.
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